La semana pasada os empezamos a hablar del consumo energético de tu hogar. Os decíamos que ese consumo se basa en el producto de la demanda energética por la eficiencia de las instalaciones. En esa primera entrada nos centramos en la demanda energética. En las particularidades que inciden en la misma. La ubicación y la zona climática correspondiente, el uso del edificio, el diseño del mismo y la envolvente. Hoy vamos a por el segundo factor la eficiencia de las instalaciones.
Eficiencia de las instalaciones
Ya hemos visto uno de los dos factores que intervenían en el consumo energético ahora os contaremos lo relativo a la eficiencia de las instalaciones. De la primera entrada habremos podido deducir que hay cuestiones sobre las que tenemos poco margen de actuación. La ubicación de la vivienda y el clima de la misma son condicionantes inamovibles. Sí que es cierto que a la hora del diseño podemos usar esas cuestiones. Y que la envolvente de la edificación será nuestra mejor herramienta en el objetivo de reducir ese consumo energético.
El rendimiento de las instalaciones
Cuando el diseño y la envolvente del edificio ya nos han dado todo lo que pueden para reducir la demanda energética, debemos fiar nuestra acción en las instalaciones. La instalaciones y sistemas que nos llevarán a dotar al edificio de las condiciones de confort que lo hacen habitable. Llegados a este punto debemos ser conscientes de que siempre es mejor que nuestras instalaciones sean abastecidas por energías renovables. Hay gente que piensa que el uso de esas energías renovables significa que la energía será gratis. Y obviamente eso no es cierto.
Para asegurar el servicio vía energías renovables es preciso contar con sistemas e instalaciones de apoyo. Esos sistemas al igual que los convencionales tienen un coste de mantenimiento posterior a su instalación. Así las cosas se precisa de una inversión inicial, con un coste superior que nos ofrecerá su rentabilidad en el medio y largo plazo. Seremos capaces de recuperar esa inversión inicial y al tiempo seguir ahorrando en la factura energética de nuestro hogar.
Sistemas individuales versus colectivos
Lo cierto es que la eficiencia de las instalaciones colectivas es mayor que las individuales. Esto es de pura lógica cuando se comparten sistemas se reparte proporcionalmente el coste de las mismas. Por lo que el retorno de la inversión ve reducido el plazo. Lo cierto es que hay muchas posibilidades que se pueden adaptar a cada caso y necesidad concreta. Debemos entender cómo funcionan las diferentes máquinas que componen los sistemas elegidos.
Toda máquina tiene un rendimiento propio. Esto es de la energía que precisan para su funcionamiento habrá una parte que sea utilizada y otra se perderá por su propio funcionamiento. Así las cosas el rendimiento de los motores de gasolina ronda por encima del treinta por ciento. La relación de la energía empleada frente a la pérdida es de tres a siete. Una relación poco eficiente en principio.
Debemos saber que existen diferentes tipos de generadores. Calderas, bombas y que por supuesto cada uno de ellos tendrá un rendimiento, esto es algunos serán más eficientes que otros. Por lo general se cumple una regla a más eficiencia mayor coste de la inversión. Los generadores dependiendo de su tamaño tendrán una potencia, y esto influye al tiempo en su rendimiento. La instalación que elijamos según nuestras necesidades y posibilidades podrá ser más o menos eficiente. Y en el largo plazo tendremos que contar con la antigüedad de los elementos. Es irremediable con el tiempo y uso los equipos pierden potencia y al tiempo su rendimiento. Por eso es necesario no olvidar en ningún caso su correcto mantenimiento.
Conseguir las condiciones de confort en tu hogar
El objetivo al elegir unas instalaciones eficientes y al tiempo reducir la demanda energética de tu hogar no es otro que conseguir el confort de tu hogar. Esas condiciones que nos harán estar cómodos en nuestra casa. Indiferentemente de la temperatura y condiciones ambientales del exterior. Para no decir nunca que se está mejor fuera de casa que dentro de ella.
Y en este asunto entran en juego cuestiones subjetivas. Es evidente que no todo el mundo tiene la misma sensación de bienestar antes las mismas condiciones térmicas. Complicado será que esas condiciones estén al gusto de todos y cada uno de los miembros de la unidad familiar. Para conseguir el denominado confort higrotérmico entrna en juego factores ambientales y personales.
Los factores ambientales
Uno de esos factores ambientales es la temperatura. Existe la aceptación de que en un rango de temperatura de entre veinte y veintiséis grados centígrados se encuentra el confort. Es evidente que hay personas que estarán más cómodas en la zona inferior del rango, y otras en el superior. Al tiempo es aconsejable que los elementos verticales y horizontales de la vivienda. Tabiques, techos y suelos se encuentren también en ese rango de temperatura.
La humedad relativa del aire es otro factor ambiental que incide en el confort. Del mismo modo existe un consenso de que entre un treinta y un setenta por ciento está el nivel de confort. Aquí entra en juego el material de los paramentos. Por lo general barro y yeso son reguladores de la humedad óptimos. Y por último otro factor ambiental que incide en nuestra sensación de confort es la velocidad del aire. No en vano cualquier corriente de aire puede bajar la sensación térmica hasta en tres grados centígrados. A mayor velocidad de esas corrientes las sensaciones se vuelven más desagradables.
Los factores personales
Sin duda los factores personales son los que más influyen en nuestra propia percepción del confort. Uno de ellos y sobre el que sí tenemos margen de acción es la vestimenta. La cantidad de ropa que llevemos dentro de nuestro hogar y por supuesto la calidad de la misma. Quizás debamos adaptar esa vestimenta en la consecución de que la mayor parte de la unidad familiar alcance el confort dentro de nuestro hogar.
El otro factor personal es nuestro propio metabolismo. Lo cierto es que éste va cambiando según nos vamos desarrollando. Peso, edad y la actividad que estemos desarrollando influyen en nuestra sensación de confort. Es complicado poder influir en este factor, finalmente es algo con lo que tendremos que vivir. Adaptarnos a cada etapa de nuestro desarrollo.