A principios del mes pasado os hablamos de cómo conseguir un hogar eficiente y sostenible. Hoy algo más de un mes después volvemos a la carga hablando de construcción y sostenibilidad. Dos conceptos que en pleno siglo XXI están condenados a casar. Los habitantes de este lugar llamado mundo estamos cada vez más concienciados con su cuidado. Somos plenamente conscientes de que el mundo es nuestro hogar, y en él cada uno de nosotros construye el suyo propio. Por eso entendemos que hoy por hoy la construcción y sostenibilidad de lo construido ha de ir de la mano. En ocasiones el pensar en construcción y sostenibilidad, nos lleva a pensar en «casas o edificios verdes». Es en parte una distorsión de la realidad de la sostenibilidad constructiva, hoy avanzamos en ese concepto para aclararlo un poco más, ¿nos acompañas?
Construcción y sostenibilidad
Lo cierto es que la sostenibilidad en las prácticas constructivas tienen en cuenta el coste a largo plazo. La construcción tradicional tenía unos parámetros de cálculo de costes «corto-placistas». Esto es buscaban el rédito económico inmediato. Abaratar la construcción para la entrega llaves en mano. En cambio lo que hoy conocemos como Construcción Sostenible aúna calidad y eficacia entendiéndola en el largo plazo. Esto es no solo pensar en el coste constructivo, y pensar en la vida de las construcciones más allá de la entrega de llaves. Así pensamos en los distintos ciclos de vida de los edificios. Desde el diseño de los mismos, en nuestro caso pasando por la fabricación de los elementos prefabricados. Siguiendo por su instalación, continuando por el uso de los mismos por parte de sus habitantes…
Con este pensamiento y la premisa de dotar a los usuarios de viviendas confortables, que garanticen su calidad de vida. Al tiempo se minimiza el impacto en el entorno, el medio ambiente donde se localizará nuestro edificio. Pensando en la eficacia de la construcción final y por ende en la sostenibilidad económica del edificio. Podría parecer algo muy nuevo este asunto de la construcción y la sostenibilidad, podría parecer. Lo cierto es que en las dos últimas décadas del Siglo XX muchos profesionales de la arquitectura y responsables políticos, estaban pensando en ello. Fruto de esos movimientos fue el denominado Informe Brundtland.
Informe Brundtland
Se trata de un informe realizado en el año 1987 para la ONU, Organización de las Naciones Unidas. Este informe realizado por varias naciones, tenía la frente una comisión encabezada por la doctora Gro Harlem Brundtland. En aquellos años era la primera ministra de Noruega. El informe en un primer momento se llamaba algo así como nuestro futuro en común. Lo que se hizo en ese informe fue enfrentar y contrastar, el modelo de desarrollo económico globalizador y un nuevo concepto, el desarrollo sostenible. El análisis y critica del modelo económico, termino reconociendo que los avances sociales se estaban cobrando un alto coste medioambiental. Y se dudaba de la sostenibilidad de ese modelo en un largo plazo.
Desarrollo sostenible, el concepto
El Informe Brundtland puso en valor el concepto de desarrollo sostenible. Definiendo el mismo como el desarrollo capaz de dar respuesta a las necesidades de la sociedad presente, sin poner en riesgo las necesidades que las sociedades futuras tendrán. Pero dejando claro que la sostenibilidad o sustentabilidad, no solo puede entenderse como ecológica, tiene unas claras raíces económicas y sociales. Poniendo el desarrollo al servicio y disfrute de todos. Así las cosas el informe señalaba estos tres aspectos como ejes fundamentales en un desarrollo sostenible:
- el medioambiente,
- la sociedad,
- y la economía.
En cuanto al medioambiente citaba la necesidad de preservar los recursos naturales. No solo preservarlos sino su puesta en valor. En cuanto al eje de la sociedad, señalaba que todo ser humano debe ser capaz de satisfacer sus necesidades. Tanto de alimento, abrigo, energía, trabajo… El eje económico debía fomentar el desarrollo de los países en vías de desarrollo con el fin de que alcancen la misma calidad de vida y crecimiento económico que los países denominados desarrollados.
Construcción sostenible
Los nuevos metodos de construcción sostenible tienen en cuenta esos tres objetivos, lo social, lo medio ambiental y el económico. Las edificaciones sostenibles tienden a reducir el uso de agua, materias primas, energía… No solo en el proceso constructivo propiamente dicho, se cuenta con ello en el ciclo de vida completo de las construcciones. Uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta en la construcción sostenible es sin duda la energía. La energía consumida en todo el ciclo de vida completo del edificio.
En la actualidad se calcula que cerca del ochenta por ciento de la energía consumida por un edificio está ligada al uso del mismo. En un diseño constructivo sostenible se valora también la energía necesaria para la construcción e incluso para la demolición futura del mismo. Es evidente que donde más se puede trabajar por la sostenibilidad es en el impacto de la energía del uso del mismo. Por ello se tiende a la ejecución de edificios de bajo consumo, con la hipótesis del consumo cero como objetivo. En ese tipo de edificaciones que tienden al consumo de menos energía en su uso, es donde se debe prestar atención en la energía en su construcción y demolición.
Los costes de los edificios
Los edificios durante su ciclo de vida generan costes. Los directamente relacionados con la construcción, y los materiales empleados en la misma. Luego los costes asociados al mantenimiento de los edificios, y los de las reparaciones o mejoras puntuales que precisen. El último coste es el de llegado el caso su demolición. Pero existen otros costes los que podemos asociar al uso del edificio. Entre ellos nos encontramos los relacionados con el medio ambiente. La contaminación resultante del uso de los edificios genera un coste que asume la sociedad en su conjunto. Otros costes del uso de los edificios, van por cuenta de los usuarios de los mismos. EL gasto de agua para consumo humano, la electricidad, el gas…
La eficiencia energética es una de las medidas para conseguir ligar construcción y sostenibilidad. Invertimos en medidas de eficiencia energética, de las que podremos recuperar la inversión en plazos que varían de los cinco a quince años. Cada año iremos acumulando ahorros que servirán para rentabilizar la inversión en un principio, y posteriormente serán a mayores de la misma.